
La falta de poder del gobierno afgano que ha estado bajo tutela de Estados Unidos ha convertido al gobierno de Afganistán en un gobierno títere para los talibanes.
Estados Unidos acelera la salida de sus tropas antes del
11 de septiembre , que era la fecha simbólica elegida y realiza un acto de finalización de la misión días después de salir de Bagram.
¿Por qué sale Estados Unidos tan precipitadamente?
Básicamente quiere quitarse un problema y hacer un regalo envenenado a sus “enemigos”. Si consigues transferir un problema a tu enemigo has conseguido una victoria.
Posibles motivos.
Económicamente hablando, EE.UU. se ahorra miles millones ( se estima que el gasto de los 20 años de guerra es de un billón de dólares, siendo unos 20.000 millones de dólares lo que va de año 2021) en una guerra que ya no le es propia, no han alcanzado el objetivo real y final que tenían, que era hacer de Afganistán un país democrático y fuerte lo suficiente como para hacer de muro de contención de Pakistán e Irán y tener un aliado en medio del enjambre que es Asía Central, aunque si ha conseguido objetivos parciales como eliminar a Osama Bin laden y a muchos otros objetivos pero principalmente este por ser el cerebro del atentado del 11 S.
Desde que empezó la guerra, EE. UU. ha conseguido que ningún otro atentado haya sido planeado desde Afganistán, así mismo ha dejado sin base de operaciones a los distintos grupos terroristas que se entrenaban o se establecían en Afganistán.
Esos objetivos parciales se han convertido en los principales, por los cuales EE. UU. ha dicho que han cumplido la misión y se retiran.
Esta retirada ante el avance talibán no es algo que no tuviesen pensado o que no supiesen que iba a pasar.
Ante la retirada de las tropas estadounidense, la guerra civil se acerca y como pasó en la retirada soviética, el país se sumergirá en un caos, pero a diferencia de lo que ocurrió en 1989 hoy en día hay intereses sobre el país y sobre sus fronteras.
Los otros países afectados por la retirada americana son Rusia, China e Irán por sus respectivos intereses que tienen sobre el país.
China comparte 76 kilómetros de frontera con Afganistán en la provincia de Xinjiang, a pesar de esa pequeña franja la conexión que mantuvo durante el gobierno talibán de Afganistán entre los años 1996 y 2001 con el Movimiento islámico de Turkestán Oriental (M.I.T.O.) fue muy cercana y productiva al menos para el grupo terrorista uigur.
El MITO es una organización terrorista insurgente china de naturaleza suní, integrada por separatistas radicales de la etnia Uigur de la provincia autónoma de Xinjiang o Turkestán Oriental, que es la frontera que comparten ambos países.
En noviembre de 2020 EE. UU. retira al MITO de la lista de organizaciones terroristas, justo un año antes de la salida programada de Afganistán, ¿casualidad?
El otro gran interés de Beijing para con la estabilidad afgana se encuentra en sus ambiciones económicas. Afganistán se encuentra en un lugar geoestratégico clave en su conexión entre Asia Meridional con Oriente Medio y Asia Central.
Ambos países han acordado construir de forma conjunta la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI en sus siglas en inglés), la nueva ruta de la seda, que es como la denomina China, pero la persistente inestabilidad en el país ha limitado definitivamente la inversión china en el país.
Un buen ejemplo de ello es el caso de la mina de cobre de Mes Aynak, donde dos empresas chinas de propiedad estatal invirtieron más de 3.000 millones de dólares, pero no han podido desarrollar en su totalidad el proyecto por la inseguridad endémica que asola al país.
Con todo, China es el mayor inversor extranjero en Afganistán, aunque muy lejos de las cifras alcanzadas en su vecina Pakistán.
China en su política de perfil bajo y de no injerencia militar con ningún país que no sea dentro de lo que considera sus fronteras, han mantenido relaciones cordiales con el gobierno afgano y con los talibanes, en consonancia con su fórmula de “buenas relaciones con todos”
La seguridad, elemento de inestabilidad.
En noviembre de 2020, Estados Unidos decidió retirar al MITO de su lista de organizaciones terroristas, lo que ha generado un mayor temor chino a las amenazas terroristas. El Consejo de la ONU señaló en un informe de julio de 2020 que el MITO controlaba entre 1.100 y 3.500 combatientes, la mayoría en Siria y unos 500 en Badajshán, la provincia afgana que limita con Xinjiang.
La retirada de la coalición occidental de Afganistán podría crear incentivos para una mayor cooperación entre los grupos terroristas. Ya en 2018, China ayudó a Afganistán a establecer una brigada de montaña en el corredor de Wakhan –el estrecho paso que une a los dos países– para combatir el terrorismo. Además, durante el periodo 2015-2018, concedió más de 70 millones de dólares en ayuda militar a Afganistán.
China ha apoyado reiteradamente una solución diplomática del conflicto, un proceso de paz liderado por los propios afganos y ha reiterado en numerosas ocasiones que no enviaría tropas directamente; sin embargo, algunos observadores señalan que si la situación de seguridad se convirtiera en una amenaza de seguridad significativa , China podría enviar tropas de mantenimiento de La Paz junto con la asistencia humanitaria a la región de conformidad a la Carta de la Naciones Unidas, que supondría un mayor gasto económico y de recursos por parte de China.
En la parte que le afecta a Rusia.
El Kremlin ha vuelto a poner los ojos en este país. Según The Washington Post, Rusia ha estado cultivando lazos con los talibanes, llegando a invitar a sus representantes a que sostuvieran reuniones en Moscú. Si bien el encuentro no prosperó por la molestia de Kabul, puso de manifiesto la influencia de Rusia en la región, sobre todo ahora que EE. UU. retira sus tropas de Afganistán. Las razones de Rusia para estar en Afganistán son un eco de la intervención en Siria. Rusia tiene un interés estratégico en hacer frente a la inestabilidad a lo largo de “su frontera sur”.
Rusia tiene especial trato en materias de seguridad y relaciones económicas con todas las ex provincias soviéticas y en el caso de Afganistán existen tres fronteras de especial interés para su seguridad, Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán.
Mantener un Afganistán seguro, es beneficio de todos los países que lo rodean.
Turkmenistán es la cuarta mayor reserva de gas y petróleo del mundo y aún tiene por desarrollar el gasoducto TAPI (Turkmenistán, Afganistán, Pakistán e India) su mayoría religiosa es suní y aunque han tenido acercamiento y relaciones con los talibanes la inestabilidad de Afganistán no deja espacio a la inversión de las empresas petroleras. Rusia es el segundo importador del país, aunque China sea su cliente número uno por los productos del petróleo y gas.
Uzbekistán, también de mayoría musulmana y suní basa su economía en productos agrícolas y recursos naturales del subsuelo como oro, uranio y metales estratégicos pero el gas está copando la mayoría del mercado, Rusia tiene el 60% de inversión extranjera y es el tercer país que más exporta después de China y el segundo país importa a Uzbekistán.
Tenía lazos estrechos con Estados Unidos e inversiones importantes pero el gobierno uzbeko los acusó de violar las leyes internas y congelaron los activos de las compañías estadounidenses, prohibió las bases de ejércitos extranjeros y en 2015 reanudó la cooperación en la Unión Económica Eurasiática junto con Bielorrusia, Kazajistán, Armenia, Kirguistán y Rusia.
Forma parte de la Comunidad de Estados Independientes (C.E.I) junto con Tayikistán que compromete a Rusia y al resto de países en temas de seguridad.
Tayikistán es el país más pobre de la región y una estructura económica poco favorable sin industria ni agricultura prácticamente, pero Rusia es el mayor inversor de infraestructura del país, la economía del país está prácticamente basada en el tráfico de droga que aunque no sea productor es el paso natural de la droga desde Afganistán a los mercados rusos, y al ser socio de la C.E.I obliga a Rusia al apoyo económico y militar si fuese necesario.
Irán ante la avalancha migratoria.
El problema que se le puede plantear a Irán es que a pesar de que mantenga una relación relativamente buena con Afganistán y los talibanes viene de un posible flujo migratorio ante la posibilidad de una nueva guerra civil como ya le ocurrió en la anterior, actualmente tiene un convenio con la minoría chií Hazara y unos 240.000 afganos tienen la posibilidad de volver a Irán de forma legal al cual se le podría unir otros tantos de forma ilegal, teniendo que intensificar la vigilancia fronteriza, aumentar el gasto y los efectivos.
A este problema se le debe de sumar el histórico paso de drogas y grupos terroristas que se mueven entre las fronteras afgano-iraníes.
Ante este escenario, se podría decir que Estados Unidos tenía pensado hasta el último movimiento y eso se ve en el adelanto precipitado (solo a vistas de terceros) de la salida de Afganistán dispuesta para septiembre.
La salida en la época estival no ha sido por casualidad y su adelanto se aprecia en que estadísticamente las ofensivas más fuertes de los talibanes han sido en verano debido a que el invierno en ese país es especialmente duro.
Podrían haber hecho la entrega de la soberanía en el invierno y dejar margen al gobierno con el aletargamiento de los talibanes, pero lo han adelantado todo lo posible sin avisar y sin dar explicaciones haciendo probablemente un verano especialmente duro para el país y preparando el camino hacia una nueva guerra civil.
Si esto se confirma, Rusia tendría que movilizar más tropas haciendo posible que baje la presencia de su ejército en Ucrania o repliegue tropas de Siria.
Conclusión.
Un análisis pormenorizado deja entrever que Estados Unidos tenía bien pensado el plan de fuga de Afganistán, aunque sorprendiese a los medios de comunicación y al gobierno de Afganistán era indudable que tenía una razón de peso, un as que se guardaba para salirse de la partida y dejar una bomba de relojería en medio de gasoductos y minas de minerales.
Autor:
Administrador de INDEFENCE, Canal de Telegram especializado en Inteligencia y Geoestrategia.
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